LA PERSPECTIVA DE GÉNERO COMO ELEMENTO DE CALIDAD EN LA GESTIÓN DE LAS ONG

Autor: INSTITUTO PARA LA CALIDAD DE LAS ONG (ICONG)
Año: 2023

En esta Guía partimos de una hipótesis básica: hemos heredado una manera de entender y proyectar el mundo que, en su intento de ser generalista, ha dejado de lado la particularidad.

En esta voluntad globalizadora se han obviado los matices que configuran la realidad diversa de las personas y que determinan las desigualdades sistémicas. La analogía ha subsumido esta visión, impidiendo profundizar en las particularidades y obviando los privilegios y las relaciones de discriminación.

Así, esta herencia ha mantenido en los márgenes a muchas personas. En particular a las mujeres.

Precisamente, una de las características de esa visión generalista es neutralizar la realidad en términos de género. Es decir, considerar como no relevante la influencia del sexo/género en el lugar que las personas ocupan en el mundo, u omitir el impacto de la expectativa social depositada sobre las personas según sean leídas como mujeres o como hombres.

Para hablar de este efecto, se pueden adoptar términos como ceguera, opacidad o neutralidad de género.

Además de esta ceguera, la intención globalizadora que estamos analizando identifica la norma con lo masculino.

Lo interesante es descubrir que, mientras esta perspectiva heredada se nos presenta como neutra a cualquier categoría de diferenciación, en realidad pivota en torno a las circunstancias de un sujeto claramente definido. La universalidad de un supuesto sujeto neutro responde, en lo cotidiano, a las características, posibilidades y aspiraciones de un sujeto masculino.

Esta es la segunda característica de esta perspectiva heredada: el androcentrismo.

Por consiguiente, cuando en las organizaciones se aplican sistemas de gestión opacas al género, que destinan recursos, actividades o servicios a personas ‘neutras’ en relación con el género, lo que en realidad sucede es que se toma un solo modelo como universal. El corte que divide al colectivo en, al menos, dos grandes grupos mayoritarios (mujeres y hombres) desaparece y, con él, se elimina también la posibilidad de contemplar las diferentes experiencias, necesidades y deseos del grupo humano.

Desde aquí se puede llegar a descubrir la tercera característica de la visión globalizadora heredada: la uniformidad.

Con este concepto se quiere poner en evidencia que el androcentrismo no solo invisibiliza al sujeto femenino per se, sino a la variedad que impera tanto entre las mujeres como entre los hombres. La uniformidad borra las características que diferencian a las mujeres entre sí y a los hombres entre sí, a pesar de que el día a día nos recuerda que las personas somos diversas.

Siempre existen aristas, factores que nos recolocan según qué circunstancias y contextos. El sexo/género es transversal a todo un abanico de factores que modulan la vida de las personas, determinando sus derechos y sus posibilidades de desarrollarse plenamente.

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